Por : Lourdes
Aquino
Contaba con
seis o siete años, me caracterizaba por
ser una niña tranquila pero a pesar de eso algunas veces me Portaba mal y me
amenazaban con el loco( hombre con su saco repleto de latas).
Era un viejo
iracundo, cuyo grito ´´ latas ´´ daba la impresión que causan las locomotoras
al pasar.
Le tenía
pánico, y al ver un mendigo o mendiga, mi sangre se saturaba de adrenalina y
mis pulsaciones subían irregularmente.
También solía
estar ´´ pirula ´´ ´(una alcohólica cuyo pasatiempo era
divertirse y sentarse en las avenidas concurridas mientras hablaba con sus
fantasmas).
La ´´ loca
´´ desnuda, ágil e incontenible, escupía a la gente que la rodeaba,
gritando y gruñendo, nos apedreaba al vernos pasar de la escuela.
Después llego
´´´ el greñudo ´´ tan
peludo como un chimpancé, se estableció por cierto tiempo en la barriada; su
presencia me paralizaba dejándome sumergida en un terrible insomnio. Personajes vagabundos que traumatizaron mi
niñez.
Recuerdos de mi
infancia, mezclados con el sol y aroma a costa…
Pero ahora, en
el presente en esta vieja y tradicional panadería y café ´´´ Royal
´´´ en la avenida miranda y cerca
de la plaza Bolívar, en
esta Maracay
que muestra su mejor cara a los noctámbulos mientras se escucha un golpe de
tambor y parejas extrañas transitan apresuradas, sombras que se apagan cuando
las luces del alumbrado publico empiezan a brillar; parpadean por instantes y
un relámpago ilumina la ciudad seguido de un imberbe trueno, a lo lejos, las
sombras de gentes que se las traga la noche.
Me rehúso a
salir de acá. Afuera el vapor de un pavimento caliente. No quiero volver a esa
habitación solitaria.
Saboreo mi
marrón con pan dulce y un agradable humo me envuelve el rostro.
No quiero
salir. No, no quiero ir. El calor sofocante de Maracay me mata; me asfixia. No
hay refugio contra ella, ni contra los mosquitos…
Me voy al pagar!!!
Sigo por la
acera, camino un poco más y llego a la plaza.
Al pisarla
siento que me atrapa y no puedo moverme; miro a mí alrededor. Todo esta oscuro.
Algunas luces
de los autos que se desplazan por la avenida Bolívar, me iluminan. La escuela
militar esta apagada (estrategia de guerra…vivimos en inminencia de invasión)
Siento un
escalofrío que eriza los vellos de todo mi cuerpo cuando intento cruzar la
plaza. Apuro el paso y veo una sombra que se esconde tras los árboles. Pierdo
la cordura y voy derecho hacia ella…y
veo entre los arbustos, una sombra, un bulto acurrucado que tiene volumen y
carne…
Me acerco, veo
bien; es una Pirula, gimiendo entre el pasto, entre las sombras y la humedad,
retorciéndose sobre si.
Continuo
aproximándome…peligrosamente… estoy cerca ¡como un pulpo gigante me atrapa!!!
Me toma fuertemente, primero la ropa, luego de los brazos. Me lleva hacia si
con sus brazos gruesos, desesperadamente, ansiosamente…
Me apreta, me
quita vida, me asfixia…creo que pierdo el conocimiento.
Despierto
transpirada, adolorida; toso y expectoro una pasta negra, mugrosa…
Aparto el
sobrante baboso de mi boca con el antebrazo y descubro que es gorda, arrugada,
con artritis instalada, es mía…llevo puesto un montón de harapos negros que
envuelven mi cuerpo deforme; me deslizo sobre mi vientre, un circulo de grasa y
liquido.
Giro, se que
dormí sobre el pasto en la plaza Bolívar, que amanezco con el sol acariciando
mi cara y comienza a levantarse el vapor
y la humedad de siempre. Comprendo que estoy tirada en el suelo, que la gente
pasa y mira con miedo o quizás con lastima…
Soy una ´´ Pirula ´´… una vagabunda, una mendiga enferma
que durmió a la intemperie bajo la lluvia en la plaza Bolívar…
Maracay
comienza a vibrar con el tráfico y las cornetas tempraneras…
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